sábado, 28 de junio de 2008

CRECIMIENTO DESDE LA POBREZA

CRECIMIENTO DESDE LA POBREZA

Por: Mario Mejía Gutiérrez
Junio de 2008.

Crecimiento desde la pobreza, o derecho a una vida digna desde el trabajo.

Este concepto es antagónico con el de crecimiento desde el capital, e implica necesariamente una sublimación cultural, espiritual, en la persona, en la familia, en la sociedad que enfrenta la pobreza sin medios de capital: es la vía del estudio, de la investigación, del debate, de la superación, del desarrollo de los recursos locales, de la solidaridad, de la meditación y la oración para superar estados de postración. La pobreza conlleva, en parte, una actitud mental. El crecimiento desde la pobreza es el ejercicio del derecho a una vida digna desde el trabajo. Paradigmas históricos los negros y chinos oprimidos de USA. Plena vigencia del Sermón de la Montaña.

La pobreza en el mundo no se da, como es sabido, por falta de recursos de capital; se da por la concentración del capital en pocas manos, como corresponde a la cultura de la insolidaridad del sálvese quien pueda, y dentro del despilfarro irresponsable de la sociedad de consumo. Veamos un ejemplo: en solo uno de los casinos de Las Vegas, Nevada, USA, las máquinas tragamonedas reciben (datos del año 2003) dos mil dólares por minuto, dinero suficiente para facilitar medios de producción a quinientas mil familias pobres en un año.

Desde mediados del siglo 20 se configuran al menos dos grandes movimientos sociales en el terreno de la construcción social desde la pobreza: la vía de la pastoral social y la vía de las organizaciones de la sociedad civil, frecuentemente llamadas ONGs. Ambos movimientos han adoptado masivamente la vía de las agriculturas alternativas en sus programas de trabajo social, incluso desde la idea de agricultura urbana, por cuanto la agricultura orgánica promueve propuestas y procedimientos que permiten liberar al productor de la dependencia alimentaria y de la dependencia de los insumos comerciales, buscar armonía con la naturaleza, conservación de la biodiversidad y solidaridad entre consumidores y productores.

Aguilar, 1991, El papel de las ONGs en el desarrollo sostenible, señala diversas etapas en la evolución de las ONGs en Latinoamérica: su aparición en los cincuentas; su origen en Iglesias, partidos, universidades, organizaciones de izquierda; su derivación al alternativismo en los setentas. Autores como Arturo Escobar han llegado a considerar el movimiento de ONGs como alternativa política de construcción de una Latinoamérica más justa.

A partir de Juan XXIII, Pablo VI y el Concilio Vaticano Segundo (1962-64) la pastoral social de la Iglesia católica acusa un sesgo evidente a favor de los excluidos, y es en este contexto como se formulan la teología de la liberación, 1964, por el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, seguida ésta en los setentas por la de la teología de la tierra.

Juan XXIII, de origen campesino, revoluciona la pastoral social e introduce en ella elementos de crecimiento desde la pobreza, también adoptado por el movimiento de ONGs, como la microempresa familiar para que toda la familia quepa, sin excepciones de tiempo o estado, como el desarrollo de recursos locales y como la liberación por el alimento y los insumos. Nacen incluso “los bancos de los pobres”.

De acuerdo con Leonardo Boff, 1996, en Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres, es ahora el momento de la irrupción de la mujer y de los excluídos en la historia, es la oportunidad para demostrar su capacidad para superar sus problemas.

La teología de la liberación se propone dos tareas principales: hacer ver la relevancia teológica de los procesos emancipadores, en especial frente a la opresión y la pobreza, y subrayar todos los aspectos liberadores presentes en el evangelio; su método es pedagógico, analítico de la sociohistoria, actuante desde la catequesis directamente sobre las necesidades populares concretas. (M. Mejía, 1999, Agriculturas de no violencia).

La teología de la tierra se define como un análisis orientador de la fe en Cristo en relación con el hombre del campo y su lucha por la tierra: el fruto buscado es la liberación del pueblo y su posesión de la tierra; la tierra es un don de Dios hecho a todos. El Deuteronomio es postulado como libro de meditación fecunda de todo campesino. (Barros y Caravias, 1988, Teología de la tierra, 244 páginas). El Deuteronomio es también un compendio de solidaridades para con el pobre, el residente extranjero, el levita, la viuda y el huérfano. Amós, a quien se atribuye el Deuteronomio, es un campesino “pastor de vacas” y “cultivador de higueras”, que denuncia el acaparamiento de la tierra por los opulentos.

La historia del asentamiento campesino en Colombia (ver, por ejemplo, de Eduardo Mejía, 1996, Origen del campesino vallecaucano, siglos 18 y 19, 153 páginas) revela una constante del crecimiento desde la pobreza y a pesar de la opresión, que constituye en la colonia el “partido” o clase de los libres, que para 1781 (rebelión comunera) alcanzaba al menos al 50% de la población total, representados en la independencia y en la temprana república por caudillos finalmente enfrentados como Obando y Melo.

Al contrario del oriente colombiano donde el establecimiento del café fue empresarial, en el occidente fue creación desde la pobreza en lucha por la tierra frente a la concesión Villegas, realenga de 1763, y a la concesión Aranzazu, republicana de 1825 por refrendación en virtud de que Juan de Dios Aranzazu había sido presidente de la joven república, a la vez que hijo de José María Aranzazu, español, dueño de la concesión inicial en 1801. (F. Hoyos, 2001, Café: caminos de herradura y el poblamiento de Caldas, 115 páginas). Toda la historia de la colonización en Colombia es una referencia a la irrupción de los pobres sobre una oferta natural, sin más oriente que el de la conversión del trabajo en mejoras. El modelo de asentamiento de veinte fanegadas adoptado en el decreto de Julio 15 de 1842 por Pedro Alcántara Herrán, Presidente de la Nueva Granada, es un modelo sin más aporte gubernamental que el suministro por una vez de “una hacha, una azada y un calabozo o machete de rozar”.

Para el caso es ilustrativo el ejemplo del movimiento Manos de Mujer, en los llanos áridos del Tolima, donde, desde la pobreza más postrante, se ha desarrollado una labor de “sembrar para comer” (Referencia: Sr. Javier Múnera Calle, e - mail: jmcallese@yahoo.es y también ceudesjm@gmail.com Celular 311 8253624), Y ahora tienen algún apoyo de la Universidad del Tolima, especialmente en forma de estudiantes voluntarios (Referencia: profesor Gonzalo Palomino Ortiz, e-mail: gpalomin@multiphone.net.co Teléfono fijo en Ibagué, Tolima, (8) 2613864.

Y otro caso: el de las Escuelas Agroecológicas, donde, de campesino a campesino, se privilegian la agricultura orgánica y los valores populares (Referencia: Dr. Guillermo Castaño Arcila, celular 315 4819032, e-mail: surcomun@interco.net.co).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Superar la pobreza a traves del crecimiento etico, intelectual y espiritual de las gentes. eso si que es una alternativa...

Habitantes de la calle.