A veces, el poder no requiere capuchas, sino balas. O, en casos menores, sobre todo si se trata de desplazar desplazados de una zona exclusiva de Bogotá, un bolillo, o una carga de “robocops”. O arrebatarles los bebés a los manifestantes. Decía Frey Beto que los pobres huelen mal, tienen mal gusto, pero son víctimas de una o muchas injusticias, y por eso hay que estar con ellos. Con o sin máscaras antigases.
Colombia está llena de encapuchados. Como los expertos en montar “falsos positivos”, o los que con discursos efectistas intentan tapar la pobreza y el desamparo. E invisibilizar a las víctimas. Hay encapuchamientos cuando se reforma un “articulito” de la Constitución y se apela a la compra de votos, de conciencias, hay feria de notarías, y se comete cohecho. O cuando pese a las cámaras entran a la “Casa de Nari” reconocidos delincuentes.
Mejor dicho, habitamos en el país de los enmascarados cual luchadores mexicanos y de los enmascaramientos. ¿Qué ha sido la parapolítica o el parauribismo? Un encapuchamiento de políticos aliados con el paramilitarismo. Y el régimen es experto en tales ocultamientos. Así, los corifeos del príncipe no hablan de desplazados (hay cuatro millones en Colombia) sino de “migrantes” o advierten, sin sonrojo, que ya no hay paramilitarismo. País de hadas.
Hay encapuchamiento cuando se asesinan campesinos y se muestran como dados de baja en combate, con el escapulario de guerrilleros. ¿Cuándo les quitarán las capuchas a los “seis notables” de los que habló Carlos Castaño y que ampararon el paramilitarismo? ¿Cuándo se sabrá cuáles son los industriales y patriarcas que financiaron cruzadas de muerte y desolación en Colombia?
Hay encapuchados por doquier. Unos se ponen máscara de fiscal y se dejan seducir por los oropeles de algún mafioso; otros, encapuchan sus palabras, asumen tono de seminarista, utilizan diminutivos y eufemismos, como mecanismo para ocultar sus propósitos autoritaristas o su predilección por las transnacionales y los magnates. ¿Qué oculta la palmicultura? ¿Qué busca un empresario cuando dice que hay que reelegir al Presidente? ¿Qué disimula un presidente cuando dice que no quiere referendo sino que se apruebe la reforma a la justicia?
Las instituciones están narcotizadas. La corrupción con capucha y sin ella contamina congresistas, militares, fiscales. Y volviendo al caso de los desplazados del Parque de la 93, que no estaban encapuchados, que sus rostros de desespero mostraban la angustia del desarraigado, que no eran propiamente “migrantes” ni turistas, que protestaban contra las promesas incumplidas, ¿cuál era su delito? Bueno, afeaban un sector de gente linda, se volvían visibles con sus enfermedades y despojos, a lo mejor tenían pinta de subversivos, por aquello de que la pobreza es la peor arma de destrucción masiva.
Aquí también hay encapuchados como los del Ku Klux Klan y otros que en sus palabras, a veces seductoras, ocultan sus reales intenciones. Siempre hay que sospechar de alguien que dice estar “pensando en los intereses superiores de la patria”, y sobre todo cuando esos intereses no coinciden con los del destechado ni con los del mendigo.
Hubo en los setenta, en la U. de A., un estudiante jorobado y enano que en las asambleas salía encapuchado. Era un rey de burlas: todos lo reconocían. Hoy, menos mal, ya mucha gente comienza a empelotar a los encapuchados del poder. Son fáciles de identificar.
Colombia está llena de encapuchados. Como los expertos en montar “falsos positivos”, o los que con discursos efectistas intentan tapar la pobreza y el desamparo. E invisibilizar a las víctimas. Hay encapuchamientos cuando se reforma un “articulito” de la Constitución y se apela a la compra de votos, de conciencias, hay feria de notarías, y se comete cohecho. O cuando pese a las cámaras entran a la “Casa de Nari” reconocidos delincuentes.
Mejor dicho, habitamos en el país de los enmascarados cual luchadores mexicanos y de los enmascaramientos. ¿Qué ha sido la parapolítica o el parauribismo? Un encapuchamiento de políticos aliados con el paramilitarismo. Y el régimen es experto en tales ocultamientos. Así, los corifeos del príncipe no hablan de desplazados (hay cuatro millones en Colombia) sino de “migrantes” o advierten, sin sonrojo, que ya no hay paramilitarismo. País de hadas.
Hay encapuchamiento cuando se asesinan campesinos y se muestran como dados de baja en combate, con el escapulario de guerrilleros. ¿Cuándo les quitarán las capuchas a los “seis notables” de los que habló Carlos Castaño y que ampararon el paramilitarismo? ¿Cuándo se sabrá cuáles son los industriales y patriarcas que financiaron cruzadas de muerte y desolación en Colombia?
Hay encapuchados por doquier. Unos se ponen máscara de fiscal y se dejan seducir por los oropeles de algún mafioso; otros, encapuchan sus palabras, asumen tono de seminarista, utilizan diminutivos y eufemismos, como mecanismo para ocultar sus propósitos autoritaristas o su predilección por las transnacionales y los magnates. ¿Qué oculta la palmicultura? ¿Qué busca un empresario cuando dice que hay que reelegir al Presidente? ¿Qué disimula un presidente cuando dice que no quiere referendo sino que se apruebe la reforma a la justicia?
Las instituciones están narcotizadas. La corrupción con capucha y sin ella contamina congresistas, militares, fiscales. Y volviendo al caso de los desplazados del Parque de la 93, que no estaban encapuchados, que sus rostros de desespero mostraban la angustia del desarraigado, que no eran propiamente “migrantes” ni turistas, que protestaban contra las promesas incumplidas, ¿cuál era su delito? Bueno, afeaban un sector de gente linda, se volvían visibles con sus enfermedades y despojos, a lo mejor tenían pinta de subversivos, por aquello de que la pobreza es la peor arma de destrucción masiva.
Aquí también hay encapuchados como los del Ku Klux Klan y otros que en sus palabras, a veces seductoras, ocultan sus reales intenciones. Siempre hay que sospechar de alguien que dice estar “pensando en los intereses superiores de la patria”, y sobre todo cuando esos intereses no coinciden con los del destechado ni con los del mendigo.
Hubo en los setenta, en la U. de A., un estudiante jorobado y enano que en las asambleas salía encapuchado. Era un rey de burlas: todos lo reconocían. Hoy, menos mal, ya mucha gente comienza a empelotar a los encapuchados del poder. Son fáciles de identificar.
5 comentarios:
Es importante darle reconocimiento a las capuchas que limitan en la esperanza, en la dignidad en la utopía, en la felicidad esas que cuando se dejan reconocer son acalladas y silenciadas por los cercenadores de la ilusión y el anhelo.
Hay que seguir denunciando las capuchas mafiosas, asesinas, silenciadoras, clientelistas que se esconden con la parapolítica.
Debemos hacer lo que dice la consigna ¡A las calles a tumbar al gobierno paramilitar!
Los estudiantes toman la capucha para cuidar su vida. En un tropel en la Universidad del Tolima las fuerzas militares asesinaron a Norma Patricia Galeano la cual se encontraba sin capucha, la mataron porque era una lider estudiantil, asi mismo como han matado a miles y miles de colombianos que no comparten las politicas de miseria, hambre, corrupciòn y crimen que se agencian desde la casa de nariño. Cuando se colocan la capucha es porque el gobierno criminalizo la protesta y encarcela a los protagonistas de estas manifestaciones.
si en este paìs no se asesinara la diferencia, no se estigmatizara al que piensa distinto, pues seguramente muchos estudiantes no se encapucharian, pero la realidad es totalmente contraria.
Nosotros nunca nos hemos encapuchado,todos los estudiantes de la UT nos conocen, seguramente por eso hemos sido amenazados y señalados. Yo creo que eso es lo que quieren evitar los estudiantes que se encapuchan, pues lamentablemente en este país no existe la libertad de expresión y e conciencia, asi la constitucion lo diga.
Nosotros como ALTERNATIVA hemos puesto las amenazas de muerte en conocimiento de la Fiscalia y la Defensoria del Pueblo, hemos realizado foros de defensa de los DDHH, discusiones al respecto, sin embargo las instituciones del Estado nos han dado la espalda, frente a nuestras denuncias no existe ningun resultado.
aunque no nos encapuchamos defendemos el derecho que tienen los estudiantes de expresar lo que piensan, así usen capucha.
Los estudiantes no somos terroristas terrorista el gobierno Uribista, que a creado una cortina de humo para tapar las investigaciones que recaen sobre este por violaciones a derechos humanos que no se le olvide que por mas cortinas las investigaciones siguen corriendo y tarde que temprano se ara justicia
Que no se le olvide que un desmovilizado lo denuncio por participar en una masacre de sucre cuando era gobernador de Antioquia.
La respuesta estudiantil se ha hecho sentir hoy al medio día según caracol 5000 estudiantes (por lo menos el doble diría yo) salieron a marchar en contra de la estigmatización de las universidades publicas; denunciando amenazas contra la vida de muchos estudiantes, estigmatización laboral para con egresados de las U publicas y la señalización y represión a la libre expresión a la critica y el libre pensamiento que por obvias razones no le conviene a este gobierno genocida.
Si no crees lo de genocida lee el articulo de la acusación a Uribe por violar derechos humanos.
Los estudiantes seguiremos nuestra lucha por un país justo digno libre.
La respuesta estudiantil se ha hecho sentir hoy al medio día según caracol 5000 estudiantes (por lo menos el doble diría yo) salieron a marchar en contra de la estigmatización de las universidades publicas; denunciando amenazas contra la vida de muchos estudiantes, estigmatización laboral para con egresados de las U publicas y la señalización y represión a la libre expresión a la critica y el libre pensamiento que por obvias razones no le conviene a este gobierno genocida.
Si no crees lo de genocida lee el articulo de la acusación a Uribe por violar derechos humanos.
Los estudiantes seguiremos nuestra lucha por un país justo digno libre.
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