domingo, 5 de octubre de 2008

Soacha se desangra por los violentos y llora por los desaparecidos.

La guerra que pasó de agache


Por: María del Rosario Arrázola

tomado del Espectador

El temor impera en la comunidad mientras la Fiscalía busca responsables en un proceso que apenas empieza.

Diecinueve madres lloran las violentas muertes de sus hijos en Ocaña.

Conocedor como nadie de la bomba de tiempo de los violentos en Soacha, el personero de ese municipio, Fernando Escobar, pidió una cita con urgencia en la Casa de Nariño con el asesor presidencial José Obdulio Gaviria. El encuentro se llevó a cabo a finales de junio pasado, y a éste, Escobar llevó denuncias documentadas de una realidad que durante años ha sido mirada de soslayo por algunas autoridades, pero que en las últimas semanas ha concitado un escándalo de marca mayor que parece subir de tono con el paso de los días y que involucraría a miembros del Ejército en hechos aún no aclarados que tienen al país exigiendo responsabilidades.

El personero Escobar fue atendido en la oficina del asesor presidencial y a la reunión asistió un analista de seguridad que escuchó con atención la detallada problemática que le relató el funcionario y que, en esencia, se relaciona con el aparente reclutamiento de jóvenes, todos con características similares, de escasos recursos, algunos con antecedentes judiciales o adicciones, de estratos bajos y con un escaso nivel de escolaridad, que inexplicablemente, habiendo sido reportados por sus familiares como desaparecidos, terminaron inhumados en un cementerio de Ocaña, Norte de Santander, siendo señalados como miembros de grupos armados al margen de la ley que fueron dados de baja en combate.

Un caso que fue denunciado inicialmente por el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos —quien dijo con vehemencia que había uniformados que cambiaban condecoraciones por cuerpos—, y que tiene a fiscales de la Unidad de Derechos Humanos examinando con lupa las órdenes de operaciones de la Brigada 30, al mando del general Paulino Coronado. En principio se habló de once personas, después la cifra subió a 19 y hoy ya nadie se atreve a aventurar un número cierto. Las Fuerzas Militares han negado a pie juntillas que se trate de ejecuciones extrajudiciales, pero los indicios apuntan a la otra orilla.

La misma que tres meses antes de que estallara este negro pasaje fue advertida por el personero Escobar. En su encuentro con José Obdulio Gaviria le dijo que estaba muy preocupado con la situación en Soacha, porque se estaba presentando un fenómeno de desplazamiento urbano propiciado, especialmente, por grupos paramilitares y por las llamadas Águilas Negras. Según él, aún sigue latente la estela de horror que sembró la banda de Los gatilleros de Cazucá, dirigida por un temible personaje identificado en el bajo mundo como Tomasito, Fredy Tovar, capturado hace un año y recluido en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita.

Fuentes consultadas por El Espectador aseguran que detrás de las desapariciones en Soacha está la mano negra de los herederos de Tomasito. De hecho, en las polvorientas calles de los barrios más deprimidos de Soacha se ven letreros que rezan: “Tomás preso, pero vive. Su gente hace justicia”. Testimonios en poder de las autoridades dan cuente de que subalternos de Tomasito fueron los encargados de convencer a los jóvenes que posteriormente aparecieron muertos en supuestos combates con el Ejército en Ocaña. Lo grave de estas primeras pesquisas es que existen declaraciones que dicen que los “reclutadores” iban acompañados de personas que, al parecer, “eran retirados de las Fuerzas Militares”.

Y es que las denuncias abundan en Soacha. Eso sí, la mayoría sin dolientes que afronten sus acusaciones. El pánico perturba a sus pobladores, pero la comunidad dice temerosa que se ven hombres desconocidos tomándoles fotos a menores de edad, que aparecieron volantes extraños ofreciendo salarios de $800.000 para trabajos no especificados a nombre de un señor que sólo se hace llamar Don Mariano, que están obligando a niños, algunos de 12 años, a empuñar armas como escoltas de los ‘paras’, que en menos de tres meses han visto correr la sangre de una veintena de jóvenes y que es una verdad de a puño que los violentos siguen imperando bajo la sombra.

Y lo que es peor, ya ni en el Ejército confían. Los números no les cuadran. Voceros consultados por El Espectador concluyen que el episodio de los jóvenes desaparecidos y posteriormente muertos en Ocaña tiene un halo de irregularidades que hacen sospechar de manos criminales que, según las primeras pesquisas de las autoridades, apuntan a endilgar un determinador insospechado: miembros activos o retirados de la Fuerza Pública. Se habla de falsos positivos, un asunto que genera urticaria en el seno del alto mando militar, pero que la Fiscalía empieza a revisar como una tesis bastante posible. De hecho, el ente acusador investiga 558 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales en los que han aparecido muertas 1.015 personas.

Una cifra que causa escozor y que ha vinculado en distintos expedientes judiciales a 760 miembros de las Fuerzas Armadas. Tan sólo el Ejército tiene 685 uniformados procesados. Curiosamente, de acuerdo con estadísticas de la Fiscalía, los casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales han venido en alarmante aumento en los últimos seis años. En 2002 se presentaron siete casos. En 2007, 245. De hecho, 42 miembros del Ejército ya purgan condenas por su probada participación en asesinatos de civiles en estado de indefensión que fueron presentados como guerrilleros abatidos legítimamente. ¿Es este el escenario de Soacha?

El Espectador conoció un informe de riesgo fechado el primero de octubre de 2008, elaborado por la Defensoría del Pueblo, que pone el dedo en la llaga sobre la exposición de los menores de edad al reclutamiento por los ilegales en Soacha. Según el documento, el 33% de la población de este municipio es menor de 15 años y sin duda fértil para engrosar las filas de los ilegales. Además, se nota la presencia de un proyecto político paramilitar que convierte a Soacha en una tierra sin ley en la que se ordenan toques de queda sin que las autoridades se percaten.

“Pero lamentablemente las autoridades han hecho caso omiso a los informes de riesgo, dando como resultado el incremento de este fenómeno y la no denuncia por parte de la comunidad. La debilidad de la respuesta estatal y la renuencia a atender las recomendaciones del Sistema de Alertas Tempranas se hacen evidentes con el hallazgo de los cuerpos sin vida de jóvenes desaparecidos que presuntamente habrían sido reclutados por grupos al margen de la ley y que desaparecieron entre enero y agosto de 2008 y que aparecieron reportados en Norte de Santander como muertos en combate por parte del Ejército Nacional”, sostiene el informe de la Defensoría del Pueblo, “lo que muestra la magnitud del problema”.

Por eso, más allá de las conjeturas, una vez terminó la reunión de junio pasado entre el personero de Soacha y el asesor José Obdulio Gaviria, el Gobierno empezó a hacer un barrido sobre la presunta participación de agentes del Estado en hechos non sanctos en Soacha.

El jueves pasado, un fiscal de la Unidad de Derechos Humanos elaboró un informe que parece confirmar una verdad que, en principio, ha sido desmentida con ahínco por las autoridades: la presunta participación de miembros activos o retirados de las Fuerzas Militares en las escabrosas muertes no aclaradas de por lo menos 19 jóvenes humildes que fueron descubiertos, según conoció El Espectador, por la confesión de un uniformado que decidió contar lo sucedido y que corroboró la versión del personero Escobar.

Lo cual explica que cuando empezaron a aparecer los cadáveres de los jóvenes de Soacha, lo primero que hizo José Obdulio Gaviria fue llamar al personero Fernando Escobar para que asistiera a la “cumbre” que se realizó el pasado 29 de septiembre en el despacho del Ministro de Defensa, a la que también fueron el fiscal Mario Iguarán, el vicepresidente Francisco Santos, el general Fredy Padilla, comandante de las Fuerzas Militares; el general Mario Montoya, comandante del Ejército; Carlos Franco, director del programa presidencial de Derechos Humanos; el director de la Policía, general Óscar Naranjo; el defensor del Pueblo, Vólmar Pérez; el viceprocurador Carlos Arturo Gómez Pavajeau y otros oficiales.

El Espectador conoció que en ese encuentro, que derivó en la grave denuncia del Ministro sobre los presuntos falsos positivos, uno de los primeros en tomar la palabra fue el general Mario Montoya, quien advirtió que en cuatro batallones, uno de ellos de contraguerrilla, se han presentado cinco casos que involucran desapariciones. Carlos Franco dijo, por ejemplo, que los jóvenes muertos en Ocaña salieron de sus casas atraídos por la plata. Una versión que parece tomar fuerza luego de que testigos contaran que fueron atraídos para “ir a conocer la Costa para ganarse una plata extra”.

La tesis en la que los investigadores encuentran más asidero es la que tiene que ver con una labor de “limpieza” en Soacha. El ministro Santos se rehúsa a darle crédito a esta versión, sin embargo, fue él quien prendió las alarmas y, como dijo un penalista consultado, “explicación no pedida, acusación manifiesta”. Aún así, será la Fiscalía la que determine si los violentos en Soacha eran los que reclutaban y ordenaban muertes en sus filas, o si eran las autoridades las que, buscando sumar en sus positivos, atribuían a inocentes acciones ilegales en busca de condecoraciones o ascensos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Debe ser una coincidencia que estas masacres se estén cometiendo desde el 2002, o que el narco Jose Obdulio se haya quedado calladito cuando el Personero de Soacha fué a buscar ayuda del gobierno central acerca de las desapariciones y la falta de presencia estatal que se vive en su municipio (o quizas esa inmunda alimaña prefiera usar hoy la expresión del ideario narco Uribista "depuración social") o que el transexual de closet Patricia1971 el día Sábado amenazara a los"mamertoides" que ya venía "la policia" a recogerlos en alusión directa a las desapariciones y masacres o el sicario TANNO ("Pierdase rapidito antes de que lo identifiquen y lo dejen tirado por alla en santander".) Sin duda la escoria del narcotráfico que hoy aquí defiende todavía al narco uribismo tiene sangre en las manos.

Anónimo dijo...

El señor que publica sus comentarios con el nick PATRICIA2001 ( http://trans-ser.com/blog/9 ) sale a decir que lo mejor para evitar estas aberraciones del Estado como su participación en desparariciones y masacres de estilo fascista que solo podría definirse como "limpieza social", y que claramente podría resultar en cualquier momento en una persecución contra las minorías homosexuales (porque es un hecho que a las minorias étnicas en Colombia ya las han perseguido hace muchos años,) cometidas bajo la sombra protectora de los narcos de la Casa de Nari. es la "privatización de la justicia", ignorando de forma muy conveniente que la Casa de Nari está haciendo hasta lo imposible para "arreglar" todos los inconvenientes que hoy tiene con la justicia. El peor escollo que tienen los narcos está en los Honorables Magistrados de la Corte SUprema de Justicia, donde en lo posible se trata de corregir cada desacierto de los criminales en el gobierno, aunque ya los narcos encontraron la forma de pasar por encima de la Corte Suprema de Justicia: meter sus fichas en el Consejo Superior de la Judicatura, jueces de jueces, y ente nominador de los magistrados de la CSJ. Recientemente ya se vió como el vagabundo Palacio de la Pila, responsable de la desprotección y la inseguridad social del régimen, se sacudió de los cargos de cohecho con Yidis Medina gracias al aval de una tutela por parte del Consejo Superior de la Judicatura, donde hoy, evidentemente, hay ya al menos tres importantes fichas de la narcocorrupción Estatal: El Principal es el presidente mismo del CSJ, Angelino Lizcano Rivera, cuota de el congresista Luis Fernando Almario, quien fuera procesado al mismo tiempo por presuntas relaciones con las Far y con los paramilitares (que joyita!) y de cuya mano Lizcano saltó de la Licorera del Caquetá a la secretaría de la Cámara de Representantes y de allí a la magistratura. El segundo es Pedro Alonso Sanabria, quien ha sido miembro del grupo del senador Ciro Ramírez, recluido en La Picota por cuenta de la parapolítica y de sus relaciones con narcos como alias 'Mi Sangre' y Gilberto Saavedra, alias el 'Doctor'. Con la elección de Sanabria para el CSJ, Ciro extiende su influencia en la rama judicial. Ya tenía serviciales amigos allí y en el Consejo de Estado; para no mencionar las cuotas con sus anfitriones del Inpec, que incluyen a su propio hermano. Sanabria fue segundo en una lista a la Cámara encabezada por Rafael Flechas, dueño de una finca en la que en su momento acordaron reunirse alias 'Mi Sangre' y Ciro Ramírez. Jorge, hermano de Rafael Flechas, fue hasta hace unas semanas, magistrado del CSJ y estuvo a punto de convertirse en magistrado de la CSJ. y el tercero es Ovidio Claros, cuyo padrino político es William Vélez Meza, el escudero de Mario Uribe. Claros, en el pasado fue suspendido 30 días de la gerencia del Instituto de Seguros Sociales, porque según la investigación modificó los valores de un contrato para favorecer a una empresa privada (otra joyita...) a pesar de ello fue elegido Contralor de Bogotá, en 1997 cuando en forma habilidosa, alguien escribió mal la cédula del doctor Claros en la resolución y mientras la confusión se solucionaba, él accedió al puesto y allí se quedó... excelentes credenciales para servir a los propósitos del Narco uribe con respecto a la justicia...

Anónimo dijo...

URIVVITO pedia sangre desde la gobernaciòn de Antioquia ( habria que ver su adolescencia e Infancia en la finca de su papà narco pa ve que pasò ::::), y Rito & Co le entregaron a èl y a los "inversionistas nacionales y estranjeros " sus toneladas de cadaveres de terroristas ( 147.000 ) victimas...y ahora, , para mantener " La Inversiòn " en el sector "defensa " (estimada en los ùltimos años de Plan Colombia y Patriota en 23, 6 BILLONES DE DÒLARES) ... eso obliga a entregar montañas de cadaveres, como enseñan en sus manuales sus mentores gringos y Judios del Mossad.

Anónimo dijo...

Esto es una práctica sistemática por parte del Estado... y después se molestan cuando uno dice que hay terrorismo de Estado? Se ponen bravos con la propuesta del senador Cristo que reconoce las víctimas del Estado? No podrán tapar toda esta podredumbre con noticias amarillistas, con lágrimas de cocodrilo en Chía, con falsos positivos ni con nada: el Estado asesina por puntos en las encuestas, por descanso y medallitas para sus muchachos, porque desprecia la vida de los de abajo... no más mentiras, no más paramilitarismo, no más Uribe!!!

Anónimo dijo...

Para reclutar a los más de 100 pelados que mandaron para venezuela, y que fueron detenidos en el país vecino, usaron la misma estrategia (ofrecer trabajo en una finca)...la mayoría fueron engañados, otros sabían e invitaron a conocidos, pero ninguno tenía antecedentes penales y todos habían prestado el servicio militar. En la zona del centro comercial alejandría de Cúcuta los citaban, y ahí los embarcaban en camionetas para venezuela. En el caso de soacha, necesitaban bajas para mostrar resultados militares, por eso las características de los reclutados

Habitantes de la calle.